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Hablando de eficiencia, la pregunta clave es: ¿cómo detectar los procesos más ineficientes o las secciones con mayor incidencia en los costos, que requieren atención para mejorar la productividad y la rentabilidad? El primer paso para poder solucionar un problema es identificarlo.
Las fábricas venden minutos de máquina, por lo tanto, la utilización eficiente de las mismas y la correcta asignación de los costos es lo que le da rentabilidad y competitividad a una empresa.
La incidencia por unidad de los costos fijos en el precio final de venta de un producto es función de la productividad, la eficiencia y de la cantidad vendida. Mientras más baja la productividad, o menor la cantidad vendida, mayor la incidencia y viceversa. Por lo anterior hay que conocer qué se produce, qué tan rentable es para la fábrica, cuáles son sus costos y cuál es la productividad real, lo cual se puede hacer fácilmente por medio del siguiente procedimiento:
1. Elaborar un cuadro con los datos de cada referencia: precio de venta, costos variables, es decir materia prima y demás, y la productividad por proceso, en caso de ser más de uno.
Este cuadro arroja un primer dato importante: la rentabilidad por minuto, por referencia. Lo ideal es que el dato de productividad por proceso, hasta donde sea posible, se obtenga mediante la utilización de un software de simulación.
2. Luego se elabora un segundo cuadro que es la cantidad producida por referencia y el tiempo empleado. Dicho cuadro suministra una información muy valiosa, tal como eficiencia, productividad y utilización del equipo, con la cual ya se empiezan a detectar los puntos débiles de la fábrica. Los datos de producción se deberían alimentar en este cuadro de manera automática, utilizando para ello un software de control de piso.
3. Con estos dos cuadros se obtiene uno tercero que da la utilidad bruta total y el consumo de materia prima, las dos por referencia. Es aconsejable organizar este cuadro de acuerdo a la cantidad producida y también a la utilidad bruta, tanto por unidad como por total, ya que hay productos que tienen una gran rentabilidad por unidad de tiempo, pero que tienen muy bajo volumen de producción, por lo que contribuyen poco a la rentabilidad de la fábrica; también hay productos que tienen una rentabilidad por producto menor, pero cuyo volumen y productividad son muy altos, por lo que tienen gran incidencia en la rentabilidad.
Una vez obtenido este cuadro, lo que sigue es compararlo con la utilidad bruta que da el estado de resultados y con los consumos de materia prima y producción que reportan los inventarios. Esta comparación arroja más datos de gran utilidad. Si el resultado es muy similar, quiere decir que los estándares y la producción están de acuerdo a lo obtenido; si por el contrario hay diferencias mayores, esto implica que la producción reportada o que los inventarios tienen problemas, o posiblemente que los estándares de peso no son los adecuados.
Es bueno tener en cuenta que el producto que tiene mayor contribución por unidad no es necesariamente el más rentable, ni el de menor contribución es el menos rentable. Las fábricas de plástico venden minutos de máquina, por lo que la rentabilidad de un producto es el resultado de multiplicar la contribución bruta por la productividad efectiva por minuto del mismo.
Una anotación importante es que las comparaciones con la competencia, basadas en precio de venta del gramo de materia prima, proveen una información muy poco confiable y pueden llevar a importantes errores, ya que esta información mezcla el costo de materia prima con los costos de producción, sin discriminar.
Incrementando la competitividad
Más que comparar con base en el precio de venta del gramo de materia prima, hay que hacerse la pregunta: ¿qué hay que hacer para producir un producto contratipo, que sea retador en comparación con el de la competencia? La respuesta: con un análisis de los cuadros aquí mencionados.
La segunda información que se obtiene de estos cuadros es la incidencia de cada producto en la rentabilidad total de la fábrica, lo cual permite establecer si hay concordancia entre tiempo de máquina empleado y los aportes a la rentabilidad.
Lo ideal es que la contribución bruta de un producto esté de acuerdo a la utilización de los recursos; por ejemplo, si un producto utiliza el 20% del tiempo de máquina, también debe contribuir con el 20% de la utilidad bruta de la fábrica. Mientras mayor sea el radio de contribución a la utilidad sobre tiempo de máquina, más importante el producto y viceversa.
En otras palabras, este tercer cuadro permite detectar los productos que más y menos contribuyen a la rentabilidad de la fábrica.
Con mucha frecuencia el 80% de la utilidad de la fábrica viene del 20% de los productos, lo que traduce que hay productos que tienen precios muy rentables y productos que se producen a pérdida o al menos se producen al costo, o con muy baja contribución.
Por cada producto cuya participación en la utilidad bruta sea mayor que la utilización de los equipos, debe haber uno o más productos cuya utilidad bruta sea menor que la utilización de los equipos.
Aquí hay que hacer otra acotación muy importante: cuando existen productos de alto volumen con rentabilidad excesiva se está extendiendo a una invitación a la competencia a que los produzca; y si además existen productos con rentabilidad negativa, entonces al fabricar la competencia los productos de alta rentabilidad, la fábrica puede empezar a tener serios problemas de rentabilidad.
Otro punto muy importante es: si la productividad y la eficiencia aumentan, la incidencia de los costos fijos en el producto disminuye y viceversa.
Calculando costos
Por increíble que parezca, los costos variables, o sea típicamente materia prima y material de empaque, también dependen, aunque en menor grado, de la eficiencia y la productividad.
Por ejemplo, en inyección un aumento en productividad y eficiencia implica que el peso del producto está más cercano, al estándar o inclusive por debajo, mientras que si el producto está saliendo más pesado la productividad es usualmente menor porque el ciclo es más largo, o sea se pierde por parte y parte.
El siguiente paso es determinar el costo de producción para cada producto. Una manera simplificada consiste en sumar de todos los costos fijos de la fábrica y luego dividirlos por los minutos efectivamente trabajados. Esto da el costo fijo promedio por minuto, que, dividido por la cantidad de unidades por minuto de cada producto, da lo que cada producto tiene que amortizar de costos fijos por minuto, lo cual sumado con los costos variables, los impuestos y la utilidad obtiene como resultado el precio de venta.
Si la productividad de un producto está por debajo del estándar, dicho producto está contribuyendo menos de lo que debería a amortizar a los costos fijos, lo que disminuye de manera importante la rentabilidad y viceversa.
Mientras mayor sea la participación de los costos fijos en el precio de venta, mayor es la disminución de la rentabilidad cuando se reduce la productividad y viceversa.
Por ejemplo, un aumento en un 10% de productividad, en una fábrica donde la materia prima sea el 30% del precio de venta, puede significar un incremento del 100% en las utilidades.
Esta manera de calcular el precio de venta es muy útil para las plantas pequeñas en donde usualmente la producción es muy similar.