Ingenieros biomoleculares de la Universidad de Sydney están desarrollando polímeros de PPC más limpios y rentables con los que se buscaría transformar la industria de los polímeros biodegradables.
Los plásticos tendrán un amplio rango de aplicaciones, podrán ser usados para soluciones desde bolsas de supermercado totalmente reciclables, hasta implantes restaurativos en cuerpos humanos.
Un equipo de expertos, liderado por la profesora asociada Fariba Dehghani, de la Facultad de Ingeniería y Tecnologías de información, ha dado inicio a un proyecto para diseñar un proceso para crear polímeros de carbonato de polipropileno basados en CO2, renovables, purificados y biodegradables.
“El objetivo del proyecto es minimizar la dependencia de los combustibles fósiles y solucionar los problemas actuales con una producción comercial de PPC plástico biodegradable y sostenible, no solo en Australia, sino en todo el mundo”, dijo la profesora Dehghani.
El equipo está desarrollando tecnologías libres de solvente, a gran escala, que reducen los niveles de metales pesados usados en PPC.
El proyecto fue fundado por El Concejo de Investigación de Australia y Cardia Bioplastix Limited, una compañía ASX, por medio de su subsidiaria CO2Startch Pty Ltd, que también tiene derechos de comercialización sobre los procesos PPC que buscan reducir los niveles de zinc en el proceso de fabricación de PPC.
Cardia es el fabricante de la primera bolsa de supermercado del mundo a base de CO2 y almidón, usando PPC patentado de Cardia y tecnologías de modificación de almidones. La universidad de Sydney y Cardia están aliados para desarrollar una nueva aplicación con PPC, y la primera que será usada en aplicaciones médicas.
Los resultados del proyecto tendrán un enorme impacto para los sectores de medio ambiente y cuidado de la salid humana, dijo la profesora Dehgani.
“Las tecnologías limpias que desarrollamos harán posible la producción amigable de plásticos usando desechos de CO2. La transformación del CO2 capturado, en productos como químicos, plásticos y otros bienes de consumo constituye una estrategia de retorno en nuestros intentos por reducir la necesidad de usar compuestos orgánicos volátiles (VOCS, por su sigla en inglés), que incluyen una gran variedad de químicos, muchos de los cuales tienen efectos adversos a la salud, en el mediano y corto plazo, al tiempo que son desastrosos para el medio ambiente”, agregó la profesora.
El proceso desarrollado por el equipo de la profesora Dehgani podría tener alcance internacional con su adaptación asistida en reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en países en los que el almacenamiento geológico de CO2 es virtualmente imposible.
La especialista asegura que el polímero sintético puede ser usado como una alternativa para un rango de aplicaciones biomédicas, como tejidos músculo-esqueléticos. Los productos, rentables y amigables con el medio ambiente, podrían ser usados para tratar muchas enfermedades, como osteoporosis y heridas músculo-esqueléticas, que afectan a 3,8 millones de australianos y a cientos de millones de personas en el mundo.