Mabe y su estrategia de sostenibilidad en plásticos

Mabe y su estrategia de sostenibilidad en plásticos

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Actualmente, México es uno de los principales proveedores de electrodomésticos en el mundo, colocándose como quinto exportador y séptimo productor mundial, siendo esta industria la de mayor valor en la manufactura mexicana, del lado de la automotriz, aeroespacial y eléctrico-electrónica.

El país ocupa el primer lugar global como exportador de refrigeradores y congeladores con puertas exteriores separadas; el segundo en lavadoras con capacidad de más de 10 kg y el tercero en aspiradoras con potencia de 1500 W, según datos de ProMéxico.

Respecto a las inversiones en el sector, entre 2003 y 2013, éste ha captado US$1.758 millones de inversión extranjera; y entre 2014 y 2015, Daewoo destinó US$200 millones a México; la sueca Electrolux, US$51 millones; la alemana Kostal, US$33 millones, y la estadounidense Whirlpool, US$10 millones.

Las expectativas del gobierno federal mexicano indican que la industria de electrodomésticos crecerá a una tasa anual de 3.9% para el periodo 2013-2020, y en los últimos 10 años, el superávit comercial ha crecido a una tasa promedio anual de 14.4%. En este contexto, este es un sector con un importante consumo de plásticos. Por ejemplo, un refrigerador contiene alrededor de 40 kg de plásticos: aislamiento de poliuretano, recubrimientos, cajones y estantes de poliestireno, ABS, PVC, acetal, nylon, entre otras resinas.

Según cifras de la Asociación Nacional de la Industria del Plástico (Anipac), México importa 3.554 millones de toneladas de materia prima, 80% son resinas provenientes de Estados Unidos para satisfacer el consumo nacional que es de 6.435 millones de toneladas. Y el sector de los electrodomésticos es uno de los cinco mayores consumidores de plásticos en el país.

Hacia la producción sustentable

En el país existen 279 unidades económicas relacionadas con la fabricación de electrodomésticos, y tienen presencia las principales marcas globales como LG Home Appliances, Whirlpool, Electrolux, BSH Bosch und Siemens, GE Appliances, Samsung Home Appliances, Mabe y Koblenz, por mencionar algunas. México es el principal exportador de aparatos electrodomésticos en América Latina, de hecho, la empresa mexicana Mabe, se ha convertido en el tercer mayor proveedor para este mercado, abarcando desde el diseño, producción y distribución de productos que comercializa bajo las marcas General Electric, Easy, IEM, Mabe, IO Mabe, así como las marcas regionales Moffat, en Canadá; Centrales y Atlas, en Centroamérica; Regina, Durex e Inresa en Pacto Andino; Continental y Dako en Brasil; y Patrick en Argentina.

Con 65 años de historia, Mabe cuenta con 15 plantas de manufactura en diversos países, ocho de ellas en México, además de tener un centro de innovación tecnológica en Querétaro.

La empresa mexicana, cuyo socio comercial es General Electric, tiene presencia en 70 países y alcanza una producción anual de 13 millones de electrodomésticos. Y como parte de su compromiso con el medio ambiente, desde la construcción de su planta de Celaya en el año 2000, produce refrigeradores utilizando espumas amigables con el medio ambiente y está en un proceso permanente de mejora para ser más sustentable.

“Todos estos 13 millones de unidades que estamos haciendo en alguna parte van a terminar su vida, en algún momento todos vamos a cambiar nuestra vieja lavadora, nuestro viejo refrigerador o estufa, pero a lo largo de nuestra vida usamos dos o tres refrigeradores o lavadoras. Al final del día, hoy nosotros tenemos que preocuparnos por dónde va a terminar lo que fabricamos”, explica Filiberto Orona Villarreal, responsable de la Estrategia de Plásticos en el Departamento de Investigación y Desarrollo en Materiales Plásticos de Mabe.

De acuerdo con el directivo, la empresa consume 7.600 toneladas anuales de polioles como materiales aislantes; 10.937 toneladas de MDI; 1.800 toneladas de polipropileno MFI2; 2.400 de polipropileno MFI5; 3.500 de polipropileno MFI20; 8.000 toneladas de HIPS; 7.700 de ABS; 1.028 de PPO; y 267 toneladas anuales de PC. Además de que sus proveedores de arneses y tarjetas electrónicas consumen 4.133 toneladas de PS cristal.

“Tratamos de estar en la base de la pirámide en materiales, todo aquello que aguante por debajo de los 100ºC son los materiales commodities más accesibles que podamos tener. Cuando no se puede hacer eso, tenemos que subir la barrera de los 100ºC, entonces ya vamos con materiales como los PPO o algo por el estilo”, comentó Orona Villarreal durante su participación en el XLVII Foro Nacional de la Industria Química, realizado en octubre en la Ciudad de México.

Fue así como hace tres años y medio en la planta de Celaya iniciaron trabajos junto con sus proveedores de la industria química para hacer sus espumas de poliuretano más eficientes las cuales se hacen con ciclopentano. Finalmente, en el mes de diciembre próximo entrarán a producción con estas espumas optimizadas que le brindarán 3% de eficiencia energética a los refrigeradores.

“Son tres puntos porcentuales con una estructura, sin tener que hacer las paredes más grandes de tal manera que se pueda almacenar lo mismo que se almacena siempre. Claro que hicimos otros cambios, otro compresor, otra electrónica, otras cosas por ahí, porque para nosotros es muy importante cumplir con las reglas que nos pone el Departamento de Energía de Estados Unidos, tenemos que cumplir y esta formulación nos ayudó mucho”, expresó.

Esto forma parte de un proyecto para producir refrigeradores más eficientes para los mercados de Estados Unidos y Canadá y que arrancará producción en diciembre próximo. Las espumas optimizadas se utilizarán en este y otros productos de la marca.

Alternativas ‘verdes’

La estrategia de Mabe ha sido desde el año 2000, utilizar el ciclopentano, un agente espumante que es hidrocarburo, el único aprobado por Greenpeace, y el plan es que en 2016 el 100% de la empresa use hidrocarburos, ya que por ahora están al 95%.

Antes de utilizar este hidrocarburo, la empresa utilizaba 141b/R22 en sus plantas de Celaya y Querétaro, México; en Manizales, Colombia; en San Luis, Argentina; pero necesitaban utilizar plásticos especiales para resistir el ataque químico del 141b/R22 y sólo un proveedor de ABS en el mundo podía surtirles esos plásticos.

Así que la ventaja de utilizar el ciclopentano es que ahora cuentan con más opciones de proveedores, ya que no necesitan plásticos especiales, ahora son más flexibles, pero en el tema ambiental, los HFC 245fa y el HFC 134a son de alto riesgo por la emisión de gases de efecto invernadero: una tonelada de 245 equivale a 1,000 toneladas de CO2 equivalente. En cambio, una tonelada de ciclopentano equivale a 11 toneladas de CO2 equivalente.

Según explicó Filiberto Orona los HFO (hidroflorolefinas) si bien se consideran menos contaminantes porque se descomponen más rápido que los HCF (hidrofluorocarbonos), siguen siendo de alto nivel contaminante y contribuyen al calentamiento global.

Los CFC’s (clorofluorocarbonos) y los HCFC’s (hidroclorofluorocarbonos) son agentes espumantes que ya están fuera de la industria por su alto nivel contaminante, luego los HFC’s todavía son utilizados por algunas empresas, por lo que la Ley de Gases Fluorados o Gases F ha gravado el uso de los HFC’s, además de PFC’s (perfluorocarbonos) y el SF6 (hexafluoruro de azufre) en función de su potencial de calentamiento atmosférico, de modo que el mundo se está moviendo hacia la última generación de gases hinchantes como los HFO’s y HC’s (hidrocarburos) como el ciclopentano.

Exigencias ambientales

A escala mundial hay una creciente preocupación por la cantidad de ‘basura electrónica’ que se genera con el desecho de aparatos eléctricos y electrónicos en todo el mundo, que en 2014 fue de 41.8 millones de toneladas, de las cuales sólo 6.5 millones de toneladas son recolectadas por sistemas oficiales para su adecuado manejo, según un informe de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU). Se prevé que para 2018, la cantidad de desechos electrónicos será de 50 millones de toneladas.

Por países, Estados Unidos es el que más basura electrónica genera, seguido de China, Japón, Alemania e India. En conjunto EU y China generan casi una tercera parte (un 32 %) de la basura electrónica del mundo. En el continente americano, Estados Unidos generó 22.1 kg por habitante, Canadá 20.4 kg, México 8.2 kg, Brasil 7 kg, Chile 9.9 kg y Colombia 5.3 kg.

De la basura electrónica que se desecha al año en todo el mundo, 12.8 millones de toneladas son equipos pequeños (como aspiradoras, microondas, tostadoras, máquinas de afeitar eléctricas, cámaras de video, etc.); 11.8 millones de toneladas de equipos de gran tamaño (como lavadoras, secadoras, lavavajillas, hornos eléctricos, paneles fotovoltaicos, etc.); y 7.0 millones de toneladas de refrigeración y equipos de congelación.

Esa es la razón por la que actualmente la normatividad para la industria de los electrodomésticos en Europa, Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados se han endurecido. Hoy ya no basta con que declaren que sus aparatos no contienen sustancias contaminantes, sino que es necesario presentar una evaluación técnica de todos sus componentes.

Para enfrentar estas exigencias, Mabe ha creado una estructura interna que le permite responder de manera oportuna. Y en este punto, el Corporativo de Materiales está al tanto de la normatividad a fin de adquirir los materiales que cumplan con los requerimientos tanto de la aplicación que tendrán cada uno como de las especificaciones ambientales que existen.

“Con la nueva legislación ya no vale que alguien diga juro y perjuro que no tengo esas sustancias, nos piden ahora un reporte técnico. Me tienen que enviar un reporte técnico que me diga que no contiene eso o que lo tiene en una concentración válida”, dijo Filiberto Orona.

Más allá de la normatividad ambiental existente, Mabe está centrada en reducir su huella de carbono, por lo que no descartan que en un futuro sea posible fomentar que los propios usuarios de sus electrodomésticos devuelvan sus aparatos en desuso a un centro de acopio a fin de lograr la recuperación de plásticos, acero, aluminio, cobre, etcétera, para regresarlos a los proveedores de estos materiales e integrarlos de nuevo al proceso o simplemente darles un nuevo uso.

“Sí se puede, hay que hacerlo con los clientes, con los proveedores, con el consumidor final y trabajar en equipo. Sí lo podemos hacer”, concluyó Filiberto Orona.

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